Comala, Colima, Mexico
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lunes, 23 de agosto de 2010

De tradición y mente en Comala


Elvira Romero (Ecos de la Costa)


COMALA COL.- 23 Agosto 2010 (PN).- Al fondo de un pasillo oscuro y húmedo, se veía el nopal lleno de pencas frescas y espinosas de referencia para llegar a la humilde casa de Feliciano Carrillo.

-Del nopal a la derecha está su casa-, dijo el joven al que preguntamos.


Al llegar, un hombre enfundado en su silla de ruedas charlaba con su esposa, quien lavaba la ropa de los dos pequeños que alegraban el lugar.


Feliciano Carrillo es un artesano fabricador de máscaras, nacido y radicado en la comunidad de Suchitlán, Comala, quien a partir de tomar un curso con el maestro Herminio Candelario (artesano de mayor experiencia, tradición y reconocimiento), decidió dedicarse a sus dos pasiones: dar forma a la madera y enseñar música.


Parece que fue ayer, pero ya tiene tres años elaborando máscaras, que igual alegran la casa de un colimense, las fiestas del pueblo de Suchitlán o el hogar de un extranjero.


Ataviado con sus herramientas, Feliciano explicó que en su trabajo utiliza madera de cuajiote, ciruelo, colorín o clavellina. Maderas que no se utilizan para la leña y que sean blandas para que se adapten al trabajo de tallado.


-Yo no corto árboles, pido la madera donde derraman árboles o busco los trozos que ya están desprendidos-. Sigiloso inspecciona la madera, imagina formas, -éste será un chivo-, una vez que lo tiene en la mente, corta la madera.


La selección de los troncos es muy importante, pues dependerá del tamaño, forma y grosor para iniciar el trabajo.

-Desde que ve el tronco, ya se sabe para qué tipo de máscara va a servir, se necesita de imaginación y experiencia-.


Una vez seleccionado el tronco, con un machete se corta a la mitad o a tres cuartos de espesor, y comienza el tallado.


El trabajo con el cuchillo, los ángaros, formones, seguetas y gurbias, comienza; horas de trabajo preciso, de rebabas de madera, las lijas, la pintura y el aguarrás, se encelan.


Una vez que se le da la forma, se pone a secar en el sol, cuando está lista se lija y se pule. Está lista para la transformación, entran en escena la pintura y el aguarrás. Se resana con yeso o polvo de aserrín, y se le coloca la base, un tono blanco mate.


Es un lienzo en blanco que poco a poco se va llenando de colores que le dan la personalidad. Para que la pintura quede bien, se debe tener buen pulso, saber los trazos que lleva cada figura y ser diestro para pintar. Así es como toman vida El Tigre, El Chivo, La Cebra, El Gato, El Burro, El Búho, La Cabra, La Guacamaya, todos listos para ser apreciados por un buen comprador.


Estos personajes también protagonizan la danza de Los Morenos de las fiestas del 24 de diciembre y de Semana Santa. La tradición dicta que los abuelos de don Herminio Candelario diseñaron estas máscaras y enseñaron el baile a sus hijos y a los suchitlenses, a quienes heredan la tradición, que continuaron don Herminio y ahora sus hijos.


Son 18 máscaras que representan animales. Cuenta la historia que cuando el Rey Herodes mandó matar al niño Dios, los animales bailaron, distrayendo así a las personas y al diablo que lo andaba buscando para que no lo encontraran. Esta tradición ya tiene más de cien años. Y es don Herminio Candelario quien mantiene el linaje y la tradición.


-Estas máscaras son únicas, a veces los mismos vecinos me compran porque ellos saben qué hago, y a veces personas de otros lados también preguntan por mí, y vienen a comprarme-. Admite que aunque las máscaras son buscadas por colimenses, la mayor venta la realiza a extranjeros.


- A veces compran dos o tres piezas, y cuando vienen más personas se llevan hasta cinco-. Con estas ventas y las clases de música, sale dinero para la comida y los gastos de la casa y sus dos pequeños hijos. El tiempo estimado para la realización de una máscara es de hasta cinco días de trabajo, y en el lugar puedes encontrar de diferentes tamaños, desde pequeños llaveros de 25 pesos, hasta elaboradas y grandes máscaras que cuestan un promedio de 600 pesos.


PARA LAS MALAS VIBRAS Y LAS ENFERMEDADES


Otro oficio tradicional en Suchitlán, es el de los curanderos o sanadores. Enfundado en su misterioso y tranquilo semblante, sale a recibirnos Federico Máximo, quien se dedica a la alineación de energías. -Yo soy Federico Máximo y me dedico a equilibrar las energías de las siete chacras del cuerpo, esto ayuda a que la gente se sienta bien-.


Alineación de las chacras, limpias y herbolarias son algunos de los servicios que realiza. Provisto con un cuarzo y un ojo de águila labrado en un trozo de madera, realiza las alineaciones energéticas. -Pueden ser masajes o movimientos de rotación en el sentido de las manecillas del reloj a distancia-.


El cuarzo ayuda a intensificar la energía y por el ojo de águila fluye la energía que cura el dolor. Los padecimientos que se pueden aliviar con esta técnica son dolores, temperaturas fuertes y hasta explicó que tratan efectivamente enfermedades como el cáncer y la diabetes.


El sanador explicó que los tratamientos combinan herbolaria y jugoterapia a sus técnicas para aumentar la efectividad. Él no se define su trabajo como magia blanca, dice que utiliza la energía universal para sanar. Los tratamientos constan de siete a nueve sesiones, una diaria y para sanar enfermedades como el cáncer, son tratamientos de nueve sesiones, descansan algunos días y se hace otro tratamiento.


-Los tratamientos necesarios hasta que la persona sienta mejoría-. Para que los tratamientos sean efectivos, es indispensable acudir con fe. -Todo está en la mente-.


El curandero dijo que su oficio es valorado y eficaz. -Sólo hago servicios cuando la gente viene, no busco clientes, ellos llegan porque saben de la efectividad-. Para realizar las limpias utiliza ramas de cihuapan, salvia, romero, albahaca, higuera blanca y la ruda. -Cuando las personas sienten que se les está haciendo un mal, se juntan las hierbas y se lleva a la persona al río. En el río, se hace la curación para que la enfermedad se vaya, así es más efectivo-.


Antes y después de tratar a la persona, el sanador debe preparase para no recibir las malas vibras. Con absoluto respeto, Federico hace una meditación, limpia el área con un sahumerio con copal e incienso y le da tres vueltas al lugar donde va a estar el paciente, de igual manera lo hace al termino de la sesión. Federico cree que la habilidad de sanar personas es un don que él tiene, ya que ni sus padres o abuelos se dedicaron a esta labor. Por respeto a la energía universal y sus principios, confesó que él nunca haría magia negra, pues no sería capaz de hacer un daño.


Él no cobra sus tratamientos, la gente le paga según pueda. Estos tratamientos pueden tomarse como medicina complementaria y, de acuerdo a Federico, se puede seguir el tratamiento alópata que el médico indique.

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